En Colombia, el Art. 8 de la Ley 54 de 1990 establece un punto clave para las parejas que viven en unión libre, es decir, compañeros permanentes. Según esta ley, si deciden separarse, casarse con otras personas o si uno de los dos fallece, tienen un año para solicitar la disolución y liquidación de los bienes que han acumulado durante su convivencia.
Este plazo de un año comienza a contarse desde el momento en que ocurre cualquiera de esas situaciones, ¡pero hay una excepción interesante que vale la pena conocer!
¿Qué pasa si los compañeros permanentes se casan entre sí?
Aquí es donde entra en juego una aclaración importante que ha hecho la Corte Suprema de Justicia. Si los compañeros permanentes se casan entre sí, no se considera que la familia se haya disuelto, ya que se mantiene la intención de seguir juntos y construir un proyecto de vida en común. Simplemente, el vínculo que los une pasa a ser más formal y adquiere un carácter legal.
Entonces, ¿cuándo comienza a contar el plazo?
La Corte aclaró que en estos casos, el plazo de un año para solicitar la disolución del patrimonio no empieza a contar en el momento del matrimonio. Este solo se activa cuando el matrimonio llega a su fin, ya sea por la muerte de uno de los cónyuges (real o presunta), por el divorcio o por cualquier otro motivo que implique el fin de la sociedad conyugal. Solo a partir de ese momento es cuando se puede iniciar el proceso de disolución y liquidación del patrimonio.
En resumen:
Si tú y tu pareja, que han sido compañeros permanentes, deciden casarse entre sí, el proyecto de vida en común sigue adelante, y el reloj para liquidar los bienes compartidos solo comienza a correr cuando el matrimonio realmente termina. Esta aclaración de la Corte Suprema de Justicia es clave para entender qué hacer en caso de separación o fallecimiento, ¡pero mientras tanto, a seguir construyendo juntos!
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